Sucede que a menudo uno se aisla del mundo sin darse cuenta. La gente rodea tu ser en miles de lugares pero sigues sintiéndote solo, ni tú mismo te soportas.
Sucede que hay días y temporadas malas, donde según crees estar bien y algo desata tus emociones contenidas, esas que de acuerdo con tu visión "racional" no reprimes, pero tus actos lo demuestran. Y todo por unas cuantas palabras escuchadas o leídas.
Sucede que cuando juras a ti mismo olvidar... porque así es mejor, de repente algo te recuerda que no, no se olvida, sólo se reprime...
No sé cómo sobreviven ustedes, yo, a veces creo que sólo me engaño... al menos tengo ese maldito o bendito idealismo que me hace soñar para olvidar un poco la "realidad".
Luego vienen esos "tener que" y ese cúmulo de responsabilidades frente al mundo y a tí mismo. ¿Por qué es que pensamos? ¿Por qué cuestionamos a la vida? ¿Por qué diablos nos encanta comprarnos problemas?
Y aquí es quizá donde viene la pregunta que usted amable lector se hará: "A mí ¿qué rayos me importan los azotes de este cabrón?". Y yo lo reto: ¿A poco nunca se ha sentido así alguna vez? Sintiendo que la vida da asco... más cuando observa alrededor y ve con dificultad porque sus propias barreras no lo dejan ir más allá. ¿A poco nunca se ha desconocido a sí mismo por lo que dice o hace? ¿Será que nunca ha mirado el televisor y reniega de esta vida con tanta catástrofe que siempre ha existido pero que los medios adoran?
Disculpe usted los escabrosos momentos de reflexión. En agradecimiento a su apreciable presencia le dejo una cancioncita de esas que reconfortan harto tras momentos como éste.
Sea feliz.

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