jueves, noviembre 26, 2009

Día 137. Fin

Gracias a todos por compartir tantas letras en tan pequeño espacio.
Este ciclo terminó con la llegada (me doy cuenta releyendo) del Amor y la Locura.
Ahora, comienza un nuevo viaje:
desdeunlugarlejosdetodo.blogspot.com

Carpe Diem

martes, agosto 25, 2009

"Los ojos de ambos se fijaron en la línea indicada por el marino, y sobre el horizonte de un azul oscuro en donde el cielo tocaba el Mediterráneo, percibieron una vela blanca, grande como el ala de una gaviota[...]
—Amigo mío —dijo Valentina—, el conde acaba de decirnos que la sabiduría humana está contenida en estas dos palabras Esperar y confiar."

viernes, junio 26, 2009

Día 136. Locura

Un loco enamorado sería capaz de hacer fuegos artificiales
con el sol, la luna y las estrellas para recuperar a su amada.
Goethe

La tormenta trataba de hacernos suyos, como si intentara poner a prueba esa locura que habías confabulado y que la vida se había encargado de hacer realidad.

Era la primera vez juntos en un viaje de más de sesenta minutos y fuera de la ciudad. Las horas nocturnas perdidas y la tensión de los últimos días nos tenían a los dos como una especie de recién conocidos en busca de la aventura. Ninguno sabíamos lo que nos esperaba; acaso lo soñábamos y lo deseábamos intensamente.

Mientras cantabas Niña bonita en el estéreo del auto, no imaginaba que más tarde te cargaría sobre mi espalda para librar a tus pies desnudos del lodo del lugar en que nos "parqueamos", como tú dirías. Tampoco sabía que habría una vieja dulcería con tu nombre, en el centro de la ciudad. Mucho menos llegué a pensar que saldría nuestra foto publicada en el diario del día o del fin de semana próximo.

Quizá lo único que intuía, mientras sorteaba las corrientes de agua multicolores en la autopista, era tu rostro de emoción al ver salir al tipo que nos llevaba hasta allá en plena mitad de semana laboral.

Pero no tenía idea de ese momento en que tuvimos que esperar dentro del auto a que escampara, a un lado del auditorio, ni de la escena de emoción de probarse las playeras oficiales para tener otro recuerdo más del memorable día.

Reconozco mi falta. Habría lamentado muchísimo no haber estado allí cuando el hombre de la voz rasposa hiciera humedecer tus ojos en cuanto comenzara a cantar algo que yo repetía en la cabeza mientras conducía: “mi vida, fuimos a volar”...

Pero lo que jamás me hubiera podido perdonar a mí mismo, que obviamente desconocía camino al concierto, es no haber estado presente para tomar la fotografía que con sólo mirarla ahora me matas:

"Me muero. Estoy temblando todavía", decías mientras subíamos las escaleras (o las gradas, como les llamas).

La magia de la oscuridad y las luces estroboscópicas habían terminado ya. Las torres de amplificadores se habían silenciado y sólo quedaba un hueco en el oído. Éramos los últimos de aquel lugar.

Primero fueron las ganas de reivindicarme ante ti las que me llevaron a apostarme hasta el proscenio con una sola cosa en mente: llevarme algo de allí para ti a como diera lugar. Luego fueron los recuerdos de estos meses y el amor de siglos quienes me obligaron a permanecer y suplicar a los “pretorianos”, como los llamó aquel hombre de los rulos alocados y la guitarra con el toro dibujado, que me dieran algo para ti.

Fue así como volví(mos) victorioso(s) de la "Ciudad de los Ángeles". No sólo por la lista de canciones que todos los músicos siguieron, incluido el hombre misterioso y "trabado" que por fortuna se alivió al cantar los tangos, sino porque hay una experiencia digna de pasar a la siguiente generación. Y sobre todo porque recuperé gracias a ti y a él la locura perdida años ha.

Pero eso, por supuesto, no lo sabía antes ni cuando apenas viajábamos para allá y la lluvia nos ponía a prueba.

jueves, mayo 14, 2009

Día 135. Amor

Para Li²

Se dice que cuando alguien está enamorado, o siente un desmedido e inexplicable afecto por otra persona, no está en las mejores condiciones para sacar lo mejor de sí. Aseguran que los grandes genios y sus grandes obras fueron más bien inspiradas tras el lapsus de locura que experimentaron.

Sin embargo considero que es posible mediar en algún momento de lucidez la vorágine sentimental y dejar fluir de manera natural lo que provoca eso que hemos convenido en llamar AMOR desde que inventamos el lenguaje.

Así aprovecho un momento de luz para escribir que, en un ánimo de buscar otras palabras para evitar las desgastadas frases que no siempre expresan todo lo que uno siente, caí en cuenta de que el amor es tautológico pues sólo significa eso: amor. No hay una etimología, la palabra misma es la etimología desde que surgió el latín. "El amor es el amor".

Algunos sostienen que se deben separar prefijos y sufijos: a- "sin", -mor (contracción de mortem) "muerte"; para encontrar el significado. Pero otros demuestran que ello es falaz desde el momento en que a- es un prefijo griego que no tiene qué ver con la palabra latina, pues en ese caso la negación latina in- nos llevaría a la palabra inmor.

Unos más dicen que la raíz de "amor" es el latín antiguo "amos", cuya "s" derivó con el tiempo en "r".

Con "amor" en mente, algunos expertos dicen que el acento al pronunciar la palabra sería en la "a" por aquello de no existir agudas en latín. De manera que, suponiendo que llevara tilde, entiendo que deberíamos hablar de "ámor" y en español deberíamos acentuarla por ser una palabra llana que no termina en n, s ni vocal.

Por supuesto, todo ello son meras especulaciones en la red de personas cuya autoridad lingüística no podemos avalar. Pero resulta interesante en la búsqueda de una nueva palabra que pudiera expresar más que un "te quiero", "te amo" o "te adoro" aderezados con un adverbio de cantidad (el cual a su vez raya en lo cursi al querer expresar tal cantidad de sentimiento; e. g. muchisisisisísimo --¿le suena a alguien?, porque a mí sí) o incluso una palabra coloquial como "un chingo": cantidad equivalente al amor inconmensurable de un adolescente, es decir, ¡una cantidad bárbara!

Además, si se fuera estricto en el lenguaje, utilizar la palabra adorar nos remitiría a un estado enfermizo de fanatismo nada deseable para las bondades (a veces) del sentimiento amoroso.

Mi querida cómplice y musa, bastante inteligente, me mató amorosamente con una frase: "te quiero infinito".

¡Coartó mi libertad de expresión! Después de eso, ¿qué dices? Creo que tras la medida de cantidad no habría más que la medida de tiempo, porque de no existir ese máximo del tiempo no habría nada más. 

Así que ahora, en estas ociosidades lingüísticas y mientras me llega la inspiración para proponer una nueva palabra, me atrevo a contestarle: "te amo la eternidad".

jueves, abril 30, 2009

Día 134. El amor en los tiempos de la influenza o el insoportable deseo de besar

Ojos, que ven y se ven. Miradas cómplices que sonríen entre sí y buscan expresar lo que el cubrebocas no permite. Besos contenidos bajo los pedazos de poliéster o de algodón. No sólo se vive la epidemia, sino también la cuarentena de afecto físico. Vaya momento para valorar las muestras de cariño sobre la piel.

Los amigos ya no se abrazan ni muestran su masculinidad animal con un apretón de huesos. Las amigas están en un estado de "cero contacto", no vaya a ser que el antebrazo guarde algún rastro del virus.

Pero, ¿qué hay con la intimidad? El deseo de los besos y caricias se incrementa al saberse impedidos, al menos socialmente.

Lo bueno es que no hay nada contra el "lugar lejos de todo" de las parejas: en el auto y la calle, los dos son responsables; en su amor, los dos son fieles.

¿Qué pasará cuando todo haya terminado? ¿Quién será el primer o la primera valiente que saludará de beso en la mejilla y extenderá la mano para recobrar el espíritu con un buen apretón?