domingo, abril 17, 2005

Día 19. De castillos, bellas durmientes y nuevas tecnologías...


© Organista

Hablando de vacas voladoras y tomates anaranjados... Sé que es una frivolidad pero deja de serlo cuando, sólo gracias a las famosas cámaras integradas en los teléfonos celulares puede uno verse muy estúpido fotografiando todo como oriental (lo digo quizá también por mis ojos rasgados) pero sin duda, puede uno quedarse para siempre con momentos como éste, en el Castillo de Chapultepec.
Si usted, amable lector, vive fuera de esta ciudad, con el "rayito de esperanza" cada vez más lejano --aunque la foto demuestre lo contrario--, antes debe saber que en aquel lugar se ubicó la nobleza cuando este país vivió su efímero sueño Real. Y también vivieron en él personajes célebres de la vida nacional, hasta antes de que la residencia oficial del Presidente se mudara a Los Pinos (nuestro remedo de Casa Blanca, Casa Rosada y demás).
Atiendo a su esparcimiento y no daré más datos. Sólo pido su venia porque hubiera sido descortés de mi parte, no informar lo que hay detrás de la oscuridad fotográfica.
El asunto está en que, por múltiples razones, el Castillo es el lugar más querido de este país para este melómano. Ahí se desarrolla mi fantasía sexual y amorosa. Ahí he escuchado palabras dulces, que guardan un profundo dejo de nostalgia en mi corazón. Ahí se recreó la historia cinematográfica contemporánea de Romeo y Julieta. Ahí se bailó La bella durmiente hace ocho días precisamente. Ahí...
Y como en el capítulo anterior mencioné algo sobre esto, ahora no puedo desdecirme... la siguiente es una crónica "periodística", desde mi humilde visión y localidad (sin descuento de estudiante), que hice sobre la presentación de danza, para una materia que alucino por sus requerimientos "periodísticos". Reconozco que el siguiente es un texto muy frío, pero igual informa. Y reconozco también que los posts son cortos, si no no serían posts. Así que puede leer hasta aquí e imaginarse cómo fue o leer lo que le interese y sea menos aburrido. El asunto está en que esto de ser periodista obliga a buscar que se publique por cualquier medio lo que escriba, a pesar de lo malo que pueda ser, pues finalmente a usted le corresponderá mantenernos vivos o mandarnos al paredón.
Una vez prevenido, gracias y sea feliz.
---
México, DF. 10/04/05.- La luz natural se extinguía en forma sincrónica, al tiempo que daban la tercera llamada. El Castillo de Chapultepec, recinto emblemático de la Ciudad de México, ocultaba sus formas en la oscuridad. Eran las 20:30 horas, de acuerdo con el reloj en lo alto del castillo, de donde provenía la única luz artificial. Entonces, la música sinfónica sonó y los reflectores iluminaron a la Corte que descendía de las escalinatas centrales del lugar.

Los monarcas saludaban y presentaban a la pequeña Aurora —mejor conocida como La bella durmiente— a los más de 800 presentes, según cálculos de la gente a cargo de la seguridad del evento, desde el balcón que da a la explanada central del recinto y que albergara a la verdadera nobleza, algunos siglos atrás.

La travesía para llegar hasta lo alto del “Cerro del chapulín” y presenciar la última función de la Compañía Nacional de Danza, era recompensada con el espectáculo visual. Al menos así lo expresaban las caras de los asistentes cuando se escucharon los primeros golpeteos en el escenario, montado a lo largo de la explanada central, producto de los pasos de ballet de una bailarina.

Y es que, para subir al castillo había sido necesario esperar el servicio de autobuses —implementado por el Instituto Nacional de Bellas Artes expresamente para esta novedosa temporada de danza— pues era la única forma de acceder al lugar debido a las obras de remodelación del bosque y por ser domingo en la noche. Más tarde, a pesar de la civilidad de la gente, ello produciría descontento por ser también la única manera de salir.

Las gradas y sillas dispuestas se llenaban poco a poco, no obstante que no aplicó descuento alguno en el costo de los boletos. Las instrucciones sugeridas para asistir a la función hablaban de vestir ropa abrigadora y un paraguas por cualquier eventualidad, pero entre los tacones y vestidos de las mujeres así como los trajes de los hombres, no se veía a alguien apercibido de lo necesario.

Comenzó el movimiento de pies y los gestos de los bailarines. Un “¡ahhh!” generalizado se oyó entre el público, cuando en lo alto del techo apareció, con el vestido ondeando, el hada Carabosse cubierta de humo, molesta por no haber sido invitada al festín. Aunque sería éste uno de los pocos gritos de emoción durante toda la noche, pues los aplausos entrecortados al término de las ejecuciones daban la impresión de ser emitidos más bien por cortesía.

Había pasado casi una hora. El escenario era exactamente el mismo. Y los actores en escena y los banderines que pendían del balcón y… Aurora, el personaje central, bailaba en la celebración de su XVI aniversario. Al recibir una rosa de una extraña mujer, se pinchó el dedo y cayó dormida, al igual que la Corte, bajo los efectos de un hechizo. Aunque el “hechizo” corría también entre algún sector del público que bostezaba de vez en vez —seguramente, dicen los críticos, porque al aire libre las funciones deben ser cortas.

“Cien años después”, según la historia del programa de mano, llegó el príncipe del cuento. Besó a la damisela y rompió el hechizo. La corte despertó, junto con algunos asistentes, y comenzó el desfile coreográfico de personajes que corresponden a otras historias: el gato con botas y el pájaro azul con sus respectivas parejas, además de Caperucita y el lobo.

Los felinos y Caperucita, arrancaron sonrisas por su simpatía y gracia; mientras que las azulinas aves hicieron gala de su técnica y escucharon algunos de los aplausos más sinceros de la noche.

El cuento parecía alargarse nuevamente, pero la pareja de enamorados, la princesa Aurora y el príncipe Desiré —su esposo—, cabalgaron hacia el “bosque” y al final del cuento. La gente comenzó a levantarse. Otro desfile: cada personaje se despedía con algunos pasos más sobre el escenario.

Entre la procesión del público a la salida y los aplausos para cada bailarín, la gatita, pareja del gato con botas, resbaló en escena. Otro “¡ahhh!” se escuchó y por más que la bailarina, con felina agilidad, se levantó en un segundo, el comentario sobre su caída sería recordado en alguna de las pláticas de la fila para salir del lugar, mientras algunos de los artistas ofrecían autógrafos en otra hilera.

Los pocos niños que se veían entre los asistentes, contaban emocionados lo que habían visto, aunque los adultos, sólo calculaban la vuelta del camión en el que les tocaría subir para encaminarse al Metro o recoger su auto y preparar el inicio de semana al siguiente día.



9 comentarios:

Licorne Bleue dijo...

Que historias de amor tan romanticas... aaaaaaaaahh, hasta haces suspirar... recordar es vivir y seguro pasaste un rato hermoso al revivir todas esas cosas. De verdad me alegro que seas un hombre tan romántico y especial que vea todos esos detalles que ves tú. Además tu forma de describirlo dibuja inevitablemente sonrisas.
Y lo de la bella durmiente, fué muy interesante leerlo, no sé como puedes decir que será aburrido y que podemos omitir leerlo... aunque el espectáculo no haya sido lo mejor que has visto, evidentemente, parece que hubo una que otra cosilla rescatable, y me alegra que haya sido sobre el pájaro azul, porque una vez yo escogí un fragmento para bailarlo y le tengo mucho cariño... Y sobre lo demás, bueno, pues supongo que para la proxima la compañía pondrá un poco más de atención en muchas cosas para hacer algo mejor...
Eres excelente periodista y cada vez mejor. ;)

Jessica Sosa Echagaray dijo...

speaking of stalkers.......
here she wrote, once again!!!!
jajaajajjaj, perdone, señor dantes, es que no lo pude evitar.
ciao

Mandarina dijo...

Estroboscópico es la palabra. Eres como aquel periodista que busco ser de grande. Sabes, hace unos días se me ocurrió entregar a un profesor de los más ortodoxos, una crónica a modo de corrido y me dijo que estaba harto de poesía, pero aún así me puso 9, je.
Carlos, en el camino andamos y la poesía llevamos...o no sé tú.
Saludos.

es mi nombre Berenice dijo...

Híjoles, la mera verdad vi el post y pensé "está rete largo..." pero sí lo leí.
Me arrepiento no haber hecho lo debido para adquirir boletos y acompañarte, soy una desidiosa del mal. Pero ya habrá portunidad de que compartamos cosas culturosas y hasta sexosas.

Óyeme jovenazo, ya escribí el post hostil que te comenté. Redimido y excento quedaste, chécalo y comenta (despotrica).

es mi nombre Berenice dijo...

Ja, y mi comentario accidentado lleno de faltotas ortográficas...

es mi nombre Berenice dijo...

La última:

¡Ya puse links y te linkié! Chécalo.

YO SOY EL QUE YO SOY dijo...

Ya volví. Ni me fuí. Pero aquí estoy.

Dantés dijo...

Pues ahora que ando medio desorbitado por aquello de las actividades mortuorias, es un gusto saber que a pesar de todo se chutaron el largo, largo texto. Gracias...

Anónimo dijo...

Me queda claro, es usted un romantico empedernido, y yo esperando algún día que logre siquiera captar su miradaa de la misma manera en que la captó la niña del autobus