Aún recuerdo aquellos ojos profundos, malos, sucios, con la idea de desgarrar lo que a su paso encontraran; contrastantes con la ternura de su rostro de niña. Y esos labios mordiéndose entre sí mientras las manos se movían a placer y encontraban cómplices frente a ellas. Luego, el espejo, donde se cruzaban nuestras miradas y hacían el amor con las manos encajándose en la piel; jugando con todo lo que hallaban... ¿Cómo es que nos perdimos?