martes, enero 27, 2009

Día 128. Cosquillas

Como si realmente poseyera dentro un radar, volteé en el instante en que se encontraba a lo lejos, de frente a mí. 

Aunque en un principio la vi de reojo, sabía que era ella: mis latidos, la sudoración de las manos y un cierto temblor en el cuerpo me lo confirmaron. 

La nota que hacía se fue por la red y sólo floté y floté, como cuando era un púber que se emocionaba con el pop de los lejanos 90 y las baladas rockeras de Bon Jovi y Guns 'n Roses me "llegaban" más que ahora.

Esta vez su mirada no se cruzó con la mía, ni fuimos uno en el instante en que las pupilas sostuvieran la vista... pero la vida me recordó qué se siente. Trajo a mí las cosquillas de la Secundaria, cuando por primera vez te entregas al amor sin más ánimo que vivir las cosas intensamente, experimentándolas por primera vez.

Eso me trajo de regalo. Aún cuando seguramente no sabe que existo, me recordó aquel sentimiento puro y emocionante, donde al ver a tu musa las piernas temblaban, la voz se resquebrajaba y el corazón parecía salir brincando. 

Era donde todos sabían que te gustaba y te animaban con un "vas, vas" o con el valiente "te la presento" cuando pasaba. Incluso el odiado "wuuuuu" en voz alta.
 
No fui, fui... ni me la presentaron, ni tampoco me dijeron "wuuu". Pero eso no es lo importante. Cuando se es "adulto", lo importante es Sentir. Y eso para mí es una buena señal, porque al escribir esto aún tengo el corazón a punto de emanciparse... por fin.

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