Día 32. Ocio
Ansiaba pasar los días enteros en mi casa... retomando lo que en el año se deja a medias por una supuesta falta de tiempo, pero el problema con ello es que muchas veces uno piensa de más cuando acaba sus labores: me preparo anímicamente para lo que serán mis últimos días, en un futuro cercano, como estudiante. Y me aterra, porque ello implica, entre otras cosas, un adiós a muchas oportunidades y facilidades y una bienvenida obligada a más responsabilidades. ¡Pinche Pepe Grillo! Qué más da ser toda la vida un niño de madera... ja!
Mis apreciados lectores, desde hace mucho tiempo a la fecha e intentado ir contra natura, no he asumido totalmente quién soy ni cómo soy. En vano he buscado no hablar de frustraciones, ni tragedias, pero nunca volteo a donde alguna vez me asumí como "narrador de eufemismos sobre la tragedia cotidiana".
¿Y eso a mí qué rayos me importa?, podrán pensar del otro lado del monitor. Efectivamente, no creo que les importe, pero aquí puedo ser tirano sin afectar a nadie y lo hago siempre con la intención de saber cuán alejado del mundo estoy.
Gracias por seguir aquí a pesar de los altibajos y las nada felices reflexiones, pero el ocio no es siempre bueno. Y como dijo Manzanero: "nos hizo falta tiempo, mucho tiempo por vivir".