Día 134. El amor en los tiempos de la influenza o el insoportable deseo de besar
Ojos, que ven y se ven. Miradas cómplices que sonríen entre sí y buscan expresar lo que el cubrebocas no permite. Besos contenidos bajo los pedazos de poliéster o de algodón. No sólo se vive la epidemia, sino también la cuarentena de afecto físico. Vaya momento para valorar las muestras de cariño sobre la piel.
Los amigos ya no se abrazan ni muestran su masculinidad animal con un apretón de huesos. Las amigas están en un estado de "cero contacto", no vaya a ser que el antebrazo guarde algún rastro del virus.
Pero, ¿qué hay con la intimidad? El deseo de los besos y caricias se incrementa al saberse impedidos, al menos socialmente.
Lo bueno es que no hay nada contra el "lugar lejos de todo" de las parejas: en el auto y la calle, los dos son responsables; en su amor, los dos son fieles.
¿Qué pasará cuando todo haya terminado? ¿Quién será el primer o la primera valiente que saludará de beso en la mejilla y extenderá la mano para recobrar el espíritu con un buen apretón?
Los amigos ya no se abrazan ni muestran su masculinidad animal con un apretón de huesos. Las amigas están en un estado de "cero contacto", no vaya a ser que el antebrazo guarde algún rastro del virus.
Pero, ¿qué hay con la intimidad? El deseo de los besos y caricias se incrementa al saberse impedidos, al menos socialmente.
Lo bueno es que no hay nada contra el "lugar lejos de todo" de las parejas: en el auto y la calle, los dos son responsables; en su amor, los dos son fieles.
¿Qué pasará cuando todo haya terminado? ¿Quién será el primer o la primera valiente que saludará de beso en la mejilla y extenderá la mano para recobrar el espíritu con un buen apretón?