Había olvidado también cómo se siente estar en comunión con una multitud: ayer, de regreso a casa, me encontré con solitarios, parejas y grupos de amigos tirados en el pasto viendo al cielo. Cada uno se había apropiado de por lo menos un metro cuadrado de espacio.
Los otros, que igualmente se topaban con aquello, no evadían mirar, pensar, sentir, viajar, dar minutos de descanso a la Tierra.
Aunque de repente se percibía un aire pacheco en el ambiente, cada uno se comunicaba a su manera con la noche eclipsada y el "dark side of the moon".
¿Escuché esperanza por aquí?