Había olvidado también cómo se siente estar en comunión con una multitud: ayer, de regreso a casa, me encontré con solitarios, parejas y grupos de amigos tirados en el pasto viendo al cielo. Cada uno se había apropiado de por lo menos un metro cuadrado de espacio.

Los otros, que igualmente se topaban con aquello, no evadían mirar, pensar, sentir, viajar, dar minutos de descanso a la Tierra.

Aunque de repente se percibía un aire pacheco en el ambiente, cada uno se comunicaba a su manera con la noche eclipsada y el "dark side of the moon".

¿Escuché esperanza por aquí?

Sólo se trata de quitar los lentes oscuros y ver con todos los sentidos, aunque se escuche aberrante, para volverse a enamorar de la vida.

Aun cuando hay pruebas de problemas severos con nuestra existencia aquí, queda la esperanza...

Solía creer que lo mejor de mí brota únicamente al estar enamorado de alguien... Mentira vil. La melcocha ha estado allí siempre, sólo que en un rincón como la muñeca fea. Por fortuna la música llega en su ayuda fiel: nada que unas lágrimas y algunas notas tristes no puedan aliviar.

Llega un momento en el que ni las canciones más deprimentes te provocan algo. Por un lado está bien evadir las cursilerías, pero por el otro se extraña sentir...